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Un pepinillo americano es una película estadounidense de comedia-drama de 2020 dirigida por Brandon Trost (en su debut como director en solitario) y escrita por Simon Rich, basada en su relato corto de 2013 «Sell Out»[3] La película está protagonizada por Seth Rogen en el papel de un inmigrante judío de Europa del Este que se conserva en una cuba de pepinillos y se despierta un siglo después en la ciudad de Nueva York de hoy en día, intentando encajar con la ayuda de su último descendiente (también interpretado por Rogen).
Originalmente iba a ser estrenada por Sony Pictures, pero los derechos de la película fueron vendidos a Warner Bros. en abril de 2020. Se estrenó digitalmente en Estados Unidos el 6 de agosto de 2020, siendo la primera película original estrenada por HBO Max, y en cines en el Reino Unido al día siguiente. La película recibió críticas entre mixtas y positivas por parte de la crítica, siendo alabada la doble actuación de Rogen.
Herschel Greenbaum y su esposa, Sarah, son trabajadores judíos con dificultades. Emigran de su shtetl a Estados Unidos en 1919 después de que su pueblo sea asolado por los cosacos rusos. Él encuentra un trabajo en una fábrica de encurtidos y ahorra para comprar dos tumbas en un cementerio judío. Un día, mientras trabaja, cae en una cuba de encurtidos justo cuando la fábrica se cierra por motivos sanitarios, dejando a Herschel en salmuera durante 100 años.
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10 de septiembre de 1886: Los representantes de Los Angeles Pickle Works convencen a los agricultores locales para que críen pepinos para encurtir, y luego no compran los pepinos, enfureciendo al público. «Hay demasiados trabajos de este tipo, lo que hace que la confianza se tambalee», se lamenta el diario Los Angeles Times.
3 de agosto de 1891: Un tal Sr. P. Steinhagen demanda a su antiguo socio Rudolph Franke por engañarle para que entrara en el negocio de los pepinillos «haciendo representaciones falsas y fraudulentas en cuanto a la capacidad de la fábrica de pepinillos.»
23 de octubre de 1897: El inmigrante australiano William Cowan demanda a los residentes de San Francisco William S. Woods y Arthur Semler por involucrarlo en lo que el Chronicle denomina «una estafa con los pepinillos». Cowan alega que Woods y Semler se hicieron pasar por los propietarios de la Sonoma Pickle Works, le dieron una visita a la propiedad y le vendieron la mitad de su negocio. En realidad, ¡los hombres ni siquiera eran dueños de una fábrica de pepinillos!
5 de mayo de 1899: La fábrica de pepinillos Lyman A. Budlong de Bowmanville, Illinois, vuelve a incendiarse. Esta vez, los bomberos, algunos presumiblemente veteranos de la última conflagración en la fábrica de pepinillos Lyman A. Budlong, logran salvar la estructura.
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En la nueva película Un pepinillo americano, Herschel Greenbaum (Seth Rogen) se despierta en el Brooklyn actual después de pasar 100 años perfectamente conservado en una cuba de pepinillos. Aunque no sabe nada del mundo empresarial contemporáneo, se convierte rápidamente en un empresario de éxito gracias, en parte, a su refrescante y sencilla receta, que consiste únicamente en sal, agua de lluvia y pepinos. (No importa por el momento que haya encontrado esos pepinos en la basura.) Cuando le preguntan si sus pepinillos contienen benzoatos u otros conservantes, Herschel dice a sus clientes de moda que ni siquiera sabe el significado de esas palabras.
Increíblemente, los pepinillos reales utilizados para filmar la película eran incluso menos apetecibles que los sacados de un cubo de basura por un hombre con normas de higiene centenarias. Hablamos con el maestro de atrezzo de An American Pickle, Matt Cavaliero, sobre cómo creó los pepinos más asquerosos imaginables. Esta entrevista ha sido condensada y editada para mayor claridad.
Los únicos pepinillos que son falsos en la película son los que estaban en la gran cuba en la que se cayó [Herschel]. Esos eran de espuma, porque no queríamos que nadie se hiciera daño al caer. Pero aparte de eso, todos los demás eran pepinillos de verdad. Nos pusimos muy a tono. Compramos encurtidos y pepinos, pero también estuvimos haciendo encurtidos en la oficina durante un mes. Teníamos tarros y tarros de encurtidos por todas partes. Pepinillos dulces, pepinillos picantes, hicimos todos estos diferentes, hasta el punto de que eran como, «Chicos, ¿pueden sacar todos estos pepinillos de la nevera en la oficina de producción?»
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Un pepinillo americano es una película mínima, dirigida por el habitual colaborador de Rogen, Brandon Trost (que se lanza en solitario por primera vez después de hacer The FP en 2011 con su hermano Jason) y adaptada por Simon Rich a partir de su propia historia corta del New Yorker. Estaba previsto que se estrenara en los cines antes de la pandemia, lo que llevó a Sony a venderla a HBO Max, una decisión que parece una bendición para algo tan poco ambicioso en cuanto a su alcance y duración, ya que se trata de un espectáculo para dos personas en el que ambos son Rogen. Tener que pagar una entrada para An American Pickle habría hecho que se sintiera inadecuada como experiencia de visionado, pero con la menor barrera de entrada que supone el streaming, sus modestos placeres son capaces de compensar sus pequeños errores de cálculo, y el hecho de que a veces parezca un sketch prolongado es más perdonable. Cuando funciona, y lo hace sobre todo en sus actos iniciales y finales, es porque consigue dar una sorprendente solidez emocional a lo que, por lo demás, es una premisa caprichosa.